Pues bien, hoy he venido a darme cuenta de que esta filosofía de solucionar un problema creando otro mayor es más común de lo que parece. ¿Os ha ocurrido alguna vez que habéis incumplido una promesa y, para evitar la decepción que esto provoca, habéis hecho una promesa mayor? Es como jugar a doble o nada, con la problemática añadida de que si no pudiste cumplir con la primera promesa es probable que tampoco puedas con la segunda, cayendo en la tentación de incrementar la bola de nieve con una tercera que lo cubra todo.
El final es sabido por todos: la cosa revienta y lo llena todo de mierda, afecta a la credibilidad (que acaba por los suelos) y a las relaciones personales. Y lo más curioso es que, aún sabiendo que esto es lo que suele suceder, seguimos echando el resto diciéndonos "a mí no me pasará porque yo controlo esta situación".
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