viernes, 8 de abril de 2011

Activismo útil

Con la noticia de que otro de mis amigos y compañeros de universidad se ha quedado en el paro, y van ya unos cuantos millones, me vuelco hacia la prensa española para tomarle la temperatura al estado de la nación (no esa pantomima que hacen en el congreso, sino el de la nación de verdad, la de los ciudadanos). Y durante mucho tiempo he visto comentarios indignados en foros, gritos reclamando sangre (no necesariamente de culpables, sino de alguien), convocatorias de manifestaciones... Un largo etcétera que todos conocemos.

Lo que siempre me entristeció de estos hechos es que basan el activismo, ya sea pacífico o agresivo (siempre hay quien dice que hay que recurrir a la violencia sin especificar de qué tipo ni contra quién), en un mero acto pedigüeño. Manifestación por el cambio, pero más concretamente por el que cambio que otros tienen que obrar. Pedimos que los políticos cambien y sean menos corruptos o que las grandes empresas cambien y sean menos codiciosas, pero en definitiva nos manifestamos para que otros cambien, no pretendemos hacer nada nosotros mismos.

Personalmente siempre estuve en contra de esta postura, que considero una mala herencia del franquismo. Aquella época desgraciada que tan mal sabor nos brindó parece habernos dejado una secuela importante: la asunción de que las riendas del país las tienen y las han de tener una casta privilegiada, siendo nosotros nada más que piezas dentro de ese plan maestro que el Gobierno traza y ejecuta. Por eso cuando nos indignamos ante el malestar del país no pensamos en cómo podemos cambiar la situación, sino que simplemente nos reunimos para pedir a los planificadores / ejecutores que hagan mejor su trabajo, asumiendo nuestro rol como el de meros jugadores en un tablero que ellos dibujan y sobre el que no tenemos control ninguno. Paradójicamente, la popularidad de una manifestación no es signo de su éxito sino de su fracaso: cuanta más gente hay pidiendo un cambio menos hay obrándolo.

Pero de vez en cuando surgen organizaciones civiles que sí pretenden cambiar algo. Muchos dirán que esto no sucede "de vez en cuando", sino que en realidad hay muchas organizaciones que hacen esto, pero la mayoría de ellas opera bajo la misma premisa de que el Gobierno es dueño y señor de los designios del país al definirse como apolíticas y vivir de subvenciones públicas. Es por eso que me gusta Avaaz, asociación que he descubierto recientemente; tres son las razones que me llevan a nombrarla:

  1. Porque se define explícitamente como una organización política (punto 8), es decir, que tiene opinión y se moja en presentarla, defenderla y promoverla. Asume el riesgo de perder miembros o adeptos por no casar con sus ideas políticas.
  2. Porque no acepta subvenciones de gobiernos o empresas, solo donaciones de individuos (punto 7). Esto hace que cualesquiera iniciativas promovidas por la asociación hayan de estar soportadas por el esfuerzo económico de personas concretas, no de entidades abstractas, trasladando así la responsabilidad al ciudadano. ¿Quieres cambio? Pon tu granito de arena.
  3. Porque no solo presenta las típicas exigencias idealistas que todo hijo de vecino apoyaría ("menos contaminación", "no a la corrupción", etc.), sino que es consciente de que en ocasiones hay que dar palos y tomar posiciones polémicas o desagradables (como la petición de una zona de restricción aérea en Libia).

Después de todo, no se trata simplemente del país de Zapatero, Rajoy, Mas, Toxo o incluso de los Borbones, se trata de tu país, tu casa. ¿Qué haces tú por mantenerlo?

3 comentarios:

  1. Lo de Avazz esta muy bien. Molan !
    Pero respecto a las manifestaciones en las calles, tengo que recordarte que las rebeliones, y revoluciones ocurridas durante la historia de la humanidad se han forjado en las calles. Con la gente gritando, y de forma violenta, o calmada; buscando unos ideales, o unos abusos que denunciar, y por los que luchar, y hacerse oir, incluso hasta la muerte.
    Asi ha avanzado la humanidad, enfrentándose a los opresores. A veces han perdido hasta la vida, y no han conseguido nada. Pero la gran mayoría han conseguido derechos que hoy nos parecen inalienables, y que por conseguidos, parece que siempre estuvieron ahí.
    Hoy puedes ver como en ciertos paises sigue ocurriendo.
    En Arabía Saudí una mujer, aunque sea extranjera no tiene derechos, ni puede ir destapada. Sería detenida, y castigada.
    O el monstruo de Iran que asegura que en su país no existen homosexuales, por la pervertida persecución a muerte, que los infrinje.
    Hace unos 40 años en España una mujer podía ser detenida por la policia por ir sin velo en el pelo, o con los brazos descubiertos, sobre todo si mediaba un curita en la denuncia. Para que recordar a los miles de inocentes asesinados en hogueras, o torturas por las iglesias castrantes.
    Me alegro que pienses, y puedas opinar, aunque no este de acuerdo contigo; porque eso también se conquisto en las calles con la vida de muchos seres humanos.

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  2. Muy buena la opinion de Guss... me quedo con muchas frases, entre ellas '...por conseguidos, parece que siempre estuvieron ahi'.

    No se, igual me equivoco, pero me da la impresión que Jam en su post tampoco queria decir "Mientras estés en las calles, no estas TRABAJANDO por un cambio, estas simplemente en la calle" como ha interpretado Guss, sino que creo que queria decir algo más concreto, algo del rollo 'Si estás en la calle, que se actuando CONTRA tu enemigo directamente, no sólo por estar y protestar 'porquesi' contra 'losdearriba'".
    Como digo... igual me equivoco, pero creo que la lucha/protesta en las calles está bien si ha focalizado a tu enemigo, y es una protesta directa... si lo haces por perder clases, salir en las fotos, estar con los colegas y pasar un rato... eso ya lo hacen los políticos cuando encabezan manifestaciones tambien, así que... que te diferencia?? ;)

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  3. Cleos me ha captado a la perfección :-).

    Creo que hay una diferencia enorme entre el hecho de que las mayores conquistas sociales se hayan producido en la calle y el mero hecho de salir a la calle a protestar. A la cabeza me viene la que tal vez sea la rebelión social más famosa de la historia, la revolución francesa: ante unos dirigentes irresponsables que volcaron sobre la sociedad calamidades inefables, el pueblo decide salir a la calle y cambiar la situación. La cosa fue tal que el pueblo se alzó para proclamarse dirigente del país y acabó por guillotinar al rey Luis XVI.

    No digo yo que tengamos que llegar a tales extremos, ¡válgame! Pero sí digo que hay una lección muy importante a aprender: ante unos dirigentes irresponsables el pueblo de Francia decidió asumir la responsabilidad que su Rey no supo demostrar.

    Salir a la calle simplemente a criticar a la clase diriginte implica que seguimos asumiendo que la responsabilidad de dirigir el país es suya, y es aquí donde yo veo el error. El país es nuestro, nosotros debemos aplicar esa responsabilidad sobre nuestros hombros, porque tan culpable de un error es quien lo comete como el que delegó.

    Curiosamente, el votante nunca se siente responsable de las barbaridades que el político que escogió comete.

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