Gas mostaza, o lacrimógeno, o anmésico o de alguna otra naturaleza química es lo que parece estar librando el Ejecutivo español mediante un continuo digo y desdigo que deja tonto hasta al más listo. O tal vez están jugando a poli bueno/poli malo, no sé.
En pleno sopor estival tuvimos a Pepiño Blanco sugiriendo una subida de impuestos general, solo para que Salgado apareciera poco después desmitiendo tales "barbaridades", ¡cómo va a subir el Gobierno los impuestos! Como mucho habrá unos pequeños ajustes... Tales ajustes han salido ya a la luz y se traducen en la continuación de la premisa populista "que paguen los ricos", como si hubieran sido los ricos los que se endeudaron por encima de sus posibilidades comprando casas, coches y paquetes vacacionales que no se podían permitir. Pero este es otro tema.
Además es curioso que, al mismo tiempo que anuncia la nueva medida impositiva, se congratule de que una agencia de calificación japonesa haya impuesto a nuestra deuda la máxima calificación, ¿no habíamos quedado en que las agencias de calificación eran malas y para nada de fiar? ¿No habían sido ellas las responables de la crisis? ¿O fue todo aquello acaso una operación de balones fuera, una caza de brujas destinada a desviar la atención?
Parece ser que para este gabinete hemos tenido agencias calificadoras falibles, bancos avariciosos, constructores desaprensivos, directivos irresponsables y un largo etcétera de agentes externos. Parece ser que cada día se encuentra la causa última y la solución definitiva para la crisis. Parece ser que los números mejoran por momentos. Parecen ser muchas cosas, pero lo único cierto es que el paro sigue siendo de récord y la economía una mierda. Y, como no saben qué hacer, quedan con los amiguetes para hacerse unas fotos. Tres hurras.
No hay comentarios:
Publicar un comentario