martes, 30 de agosto de 2011

El ignorante, el ingrato y el infeliz

Te vas, descubres, y te acostumbras. A los trenes puntuales, a los camareros que te invitan al postre si te quejas de no haber sido atendido lo suficientemente rápido. Te acostumbras a ese restaurante de una estrella Michelin al que acudes cada domingo, donde conoces a los camareros por su nombre y hasta te invitan a vino dulce de tanto en cuanto.

Te acostumbras a esa cosa llamada modales, y te sorprendes cada día cuando la gente navega grácilmente entre tus tosquedades: lejos de verse ofendidos, que bien podrían, sonríen con condescendencia dándote sin pedirlo un ejemplo a imitar. Te acostumbras a la paradoja de reconocer tamaña superioridad a través de la humildad. Te acostumbras, y entonces vuelves.

Vuelves y te ves abocado a una cena llena de desconocidos donde se te presenta a la suegra de o al amigo de, pero sin darte nombres... algunos no te dan ni la mano.

En una terraza pobremente alumbrada una mujer cuenta con crudeza y regocijo sus experiencias de cama, su voz rota como la de Sabina pero sin el arreglo del poeta. En frente, una madre narra abiertamente en presencia de su hijo cómo este no fue más que un accidente, una marcha atrás mal hecha. Una chica que apenas debe tener 17 ó 18 años corta su pizza con un cigarro colgando entre sus labios, indolente de la ceniza que pueda caer sobre su cena... Así es la tristemente común escena en la terraza de un bar de esos que sirven calamares congelados y alcohol de garrafón a una audiencia que tiene que ser advertida de los avances en automatismos domóticos.


Y ahí, entre gritos tan groseros como innecesarios, a pesar de la falta de luz o tal vez gracias a ella, descubres la tragedia de tus tres opciones: permanecer ajeno a todo aquello que no forme parte de tu entorno natal y aceptarlo como tu única naturaleza, romper con él y con los que allí habitan para finalizar tu metamorfosis hacia una vida mejor, o quedarte a mitad de camino, eternamente dividido entre lo que amas y lo que amaste, un feo híbrido de oruga y mariposa que a nada renuncia, y que por eso a ningún lugar pertenece.

Somos dueños de nuestro destino, pero no de nuestro origen, lo que significa que somos solo en parte dueños de nuestro camino. Y no todos los caminos hacia el mismo destino son iguales, algunos son tan arduamente largos que implican no volver nunca atrás. Y ante tal perspectiva, ¿cómo decidir?

jueves, 25 de agosto de 2011

Películas de plantilla

ATENCIÓN: SPOILERS A LA VISTA

Tenía cierta curiosidad por esta cosa llamada Cowboys & Aliens que la factoría Hollywood se ha sacado de la manga, así que el sábado por la noche me decidí a verla con mi compañero de piso. Resultó ser una película no mala, aunque tampoco particularmente buena, simplemente resultona gracias a que incluye sabiamente todos los elementos típicos de una película de acción. De hecho, podría decirse que Cowboys & Aliens es básicamente una mezcla de Independence Day, Campo de Batalla: La Tierra y cualquier Western al uso, con reminiscencias de otras películas.

Para empezar tenemos unos aliens que vienen a la tierra a buscar oro, como en Campo de Batalla: La Tierra. También como en aquella película los aliens consideran a los humanos una especie inferior, cosa que juega en favor de los humanos cuando estos aprender a hacer uso de la tecnología que para los aliens es pan de cada día (en la primera se trataba de pilotar, en esta se trata del brazalete de guerra que lleva Daniel Craig).

Después tenemos al prota, Daniel Craig, que parece ser un malo maloso que, por efecto de la amnesia, no recuerda por qué es tan malo, pero que en el fondo parece ser una buena persona... muy al estilo del Caso Bourne. El malo maloso de buen corazón se cruza con cierta moza que no se le quiere despegar (Olivia Wilde) y que resulta no ser una moza al uso sino una entidad sobrenatural venida de otro planeta que quiere ayudar al malo maloso de buen corazón porque ve lo bueno que hay en él.

Después tenemos al otro malo (Harrison Ford), uno de estos malos que antaño era noble y honorable pero que el tiempo le ha vuelto un tanto cabroncete, probablemente motivado por el hecho de que su hijo no ha resultado ser el orgullo que esperaba. Este malo además tiene un hijo adoptivo, un indio nativo cuyos padres murieron cuando era niño y que sueña con que el malo lo reconozca como hijo, aunque este solo lo hace al final cuando el indio está a punto de morir: "eres el hijo que siempre quise tener". Por supuesto el hijo biológico cambia en el último momento para hacerse un poco más bueno y todos tan felices.

También contamos con las dos facciones irreconciliables que finalmente deciden unir sus fuerzas para luchar contra un enemigo común. Se trata del padre amargado previamente comentado y de un jefe indio que desprecia al hombre blanco. Como es de esperar, es el hijo indio adoptivo quien convence al jefe indio de que el padre amargado es en realidad un gran y noble guerrero, momento tierno donde los haya en el que el padre amargado se percata de la veneración que su hijo adoptivo le profesa.

Con semejante plantel de clichés adecuadamente encajados con calzador tenemos el cuadro perfecto para un argumento típico: los aliens vienen a conquistar la Tierra y exterminar la humanidad, pero los humanos logran vencerles a pesar de su inferioridad técnica gracias al valor de la unión. Contamos aquí ademas con dos de los típicos fallos de las películas de aliens: se retrata solo una nave que aterriza en territorio estadounidense, pero de aquí se asume que están conquistando el planeta entero (porque EEUU = planeta, todo el mundo sabe eso); el segundo fallo es el hecho de que a pesar de querer venir a conquistar el planeta los aliens solo vienen con una nave, ni refuerzos, ni backups ni historias.

Muchos se preguntarán a estas alturas cuál es el valor de este filme tan lleno de americanadas y topicazos... pues bien, yo tengo mi propia teoría: hace ya un tiempo que la franquicia James Bond permanece estancada por falta de fondos, lo cual hace peligrar el valor de marca de Daniel Craig, quien encarna al agente secreto del MI6 desde Casino Royale. Además, en la última película Bond que se planeaba, Olivia Wilde había sido elegida chica Bond, papel que por las mismas razones está en la nevera... Con esto así y sin querer matar a esa gallina de los huevos de oro que es James Bond, en Hollywood necesitaban que el público no perdiera la imagen de un Craig duro y pistolero con una Wilde seductora a su vera, y se inventaron esta cosa para darles ese contexto. Una película a medida de la imagen de los actores, ¿qué os parece?


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viernes, 12 de agosto de 2011

La Caixa parece querer despertar al viejo fantasma de las puntocom

Será cosa de casualidades pero hoy, el mismo día que se anuncia que media Europa limitará la especulación a la baja mediante la prohibición de las ventas en corto (al mismo tiempo que deja vía libre a la especulación al alta y provocando el efecto colateral de unos números trucados por sesgo de mercado, a veces un Gobierno tiene que hacer lo que tiene que hacer), decía, el mismo día que Europa limita la especulación a la baja, descubro que La Caixa ofrece un depósito que, a juzgar solo por la publicidad, se mete de lleno en lo que puede que pronto se convierta en la burbuja puntocom 2.0.

El producto en cuestión es el Depósito IN, un depósito a 12 meses con un rendimiento del 3% TAE. No he conseguido encontrar una descripción de en qué va a invertir La Caixa el dinero de este depósito, pero tengo una buena idea solo mirando el logotipo del depósito, a la izquierda, y el de la red social profesional LinkedIn, a la derecha.


Cierto es que LinkedIn duplicó su valor en bolsa a los 30 minutos de salir al parqué y que en sus escasos tres meses de vida bursátil no ha dado muestras graves de recaída, pero aún así los indicios recuerdan mucho a la burbuja de las puntocom a finales de la década de los 90... Sin embargo, que nadie se preocupe, este producto es un depósito, no un fondo de inversión, y por tanto el dinero del depositario está asegurado; tal vez sea esta la razón por la que, a pesar de lo prometedor del activo en cuestión, La Caixa solo ofrezca un 3%.

martes, 9 de agosto de 2011

El nuevo contrato social

Las convulsiones provocadas tras las protestas del 15M no están cambiando simplemente la relación entre el Estado y la sociedad, sino también entre los diferentes estamentos de la sociedad misma.

Dejadme narrar una escena que a buen seguro muchos podremos imaginar: Al poco de despegar desde Londres camino de Valencia y con la señal del cinturón de seguridad aún encendida un señor mayor sentado en la primera fila se decide a ir al baño. La azafata, de unos treinta y pocos, le indica que la señal de los cinturones aún está encendida y que por tanto debe permanecer sentado, pero el señor insiste. Ante la negativa de desistir, la azafata le indica "la señal de seguridad sigue encendida y no está permitido utilizar el baño, si verdaderamente quiere ir vaya, pero si experimentamos alguna turbulencia y sufre un percance dentro del baño será solo culpa suya". Toda persona cabal se dará cuenta de que la azafata está simplemente cumpliendo con su obligación de velar por la seguridad de los pasajeros y cumplir con la normativa de aviación, toda menos el mencionado anciano quien espetó "oiga jovencita, yo tengo 60 años, usted me debe un respeto".

Y es que la sociedad parece estar cambiando las reglas por las que nos regimos, estamos experimentando un cambio en el concepto de jerarquía, que pasa de ser generacional a meritocrática. Antes el padre siempre sabía más que el hijo y el abuelo siempre sabía más que el padre, el mayor siempre mandaba sobre el joven. Cualquier intento de invertir esta jerarquía se consideraba una falta de respeto hacia el mayor. Parecía que la autoridad era una cuestión de turnos, "ya te llegará tu hora de mandar" decían.

Antes lo que contaba eran los años trabajados, nunca lo producido durante esos años; no había diferencia entre trabajar cinco años de panadero, de fontanero o de periodista. El que está más tiempo en la empresa es el que manda, persona que no necesariamente el que más experiencia, dinamismo o estudios tiene (aunque en muchas ocasiones coincide).

Poco a poco parece que estamos dejando atrás este sistema patriarcal y basado en castas (los políticos tiene hijos políticos, los farmacéuticos tienen hijos farmacéuticos, los cantantes tienen hijos cantantes) y estamos entrando en un sistema donde la responsabilidad la adquiere el más docto en la materia. Como decía Xavier Marcet en su blog, no más jefes al que les tienen que programar el smartphone, el de arriba ha de saber más que el de abajo, y si no hemos de invertir el organigrama.

¡Feliz verano!

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jueves, 4 de agosto de 2011

Verano en Londres (por fin)

Con temperaturas que están osando sobrepasar los 25º Londres por fin ha entrado de lleno, casi a la hora de salir, en la temporada de las barbacoas y el Pimm's. Puede que haya llegado tarde, pero al menos estamos teniendo la oportunidad de ver Londres bajo otra luz... qué leches, bajo una luz.

El brillo de la tarde se evidencia en esta foto tomada desde el Puente del Milenio, con el Puente de la Torre de fondo y a la margen derecha del río el que muy pronto se convertirá en el nuevo techo de Londres: The Shard. Si todos los días fueran así...

martes, 2 de agosto de 2011

Lo que es bueno para Linux es bueno para el Estado

Hoy he tenido una revelación de las que hace mucho que no tengo, una revelación un tanto friki, y es que la forma óptima en que se organiza el Estado com respecto a la sociedad puede guardar mucha semejanza con la arquitectura de Linux (y por extensión de Mac) o incluso, si me apuran, de NT.

Tradicionalmente los sistemas operativos se han basado en grandes núcleos monolíticos, un bloque pesado que lo controla todo y que deja poco margen de maniobra a la aplicación. Esto corresponde a los grandes gobiernos censuradores como el chino. El problema de estos sistemas es, como sabrán los tecnólogos, que es muy inflexible e ineficiente.

Pero entonces los SSOO evolucionaron y apareció el micronúcleo: un sistema central de mínimos que se encarga de poco más que controlar los recursos y las políticas de seguridad dejando todo lo demás al espacio de usuario (las aplicaciones corrientes). Por analogía, un Estado más eficiente sería uno de mínimos, con control básico sobre el reparto de recursos y de las políticas de seguridad y que dejaría todo lo demás al espacio de usuario: los ciudadanos.

A veces no sé cómo se me ocurren estas cosas, debe de haber sido el chorizo italiano...

lunes, 1 de agosto de 2011

15M: De la indignación a la reflexión

Más de dos meses después de que brotara el que ha venido a conocerse como movimiento de los indignados me he decidido por fin a escribir mi primera reseña al respecto. La razón por la que no lo hiciera antes es que quería contar con algo de perspectiva antes de pronunciarme, no quería que la excitación del momento nublara mi juicio (puede que aún hoy lo haga, pero quiero pensar que es menos probable).

Mi primera reacción ante la noticia fue de alegría. Por fin la gente salía de su letargo y se decidía a moverse, por fin podíamos poner coto a tanto comentario sobre la dejadez de la juventud, la crítica de bar, la asunción de que sería otro el que arreglara las cosas. Sin embargo, los primeros pasos siempre son inciertos, y en retrospectiva podemos decir que la euforia del momento nos hizo pensar que el movimiento era mucho más poderoso de lo que en realidad era.

Esto no debe desanimarnos, es un primer paso magnífico y que debe representar el inicio de un viaje, pero para que la cosa funcione hemos de echar un vistazo atrás y ver dónde hemos tropezado:

1. Repercusión no implica relevancia

Multitud de medios tanto nacionales como internacionales se hicieron eco del movimiento, los acampados miraban a su alrededor y veían a miles de personas, y muchos pensaron que esto era el cambio de todo. Pero entonces llegaron las elecciones municipales y autonómicas y el nuevo dibujo político no mostró signos de verse influenciado por el movimiento, y es que decenas de miles eran los indignados, pero millones los votantes. Hay que ser realistas y tener en cuenta las estadísticas, Roma no se construyó en una hora.

2. La credibilidad se obtiene defendiendo valores, no defendiendo personas

Nos hemos pasado los últimos dos años primero criticando a la banca por sus excesos, su avaricia y su falta de juicio a la hora de hacer inversiones y luego criticando a la Administración por su corrupción, su malgasto y su manía de anclarse al rédito político en lugar de ayudar al ciudadano. Pero, seamos sinceros, la banca y la Administración no son los únicos que cometieron grandes alardes de irracionalidad. Como bien muestra Aleix Saló en su Españistán, tenemos en este país grandes ejemplos de gente que "mandó a tomar por culo los estudios" para dedicarse a la construcción o de gente que se hipotecó a 40 años sin tener bien claro cómo iba a pagar las letras... esto también es una irracionalidad.

Si queremos el apoyo de la sociedad debemos ser consecuentes con nuestros valores, y si la racionalidad es un valor a tener en cuenta lo es tanto en la banca y la Administración como en nosotros mismos. Así pues, criticar a unos mientras defendemos a los otros no hará sino menoscabar nuestra credibilidad como movimiento justo y racional.

3. Exigir cambios es fácil y proponerlos es bonito, pero ejecutarlos es lo realmente responsable

El despertar de la conciencia social debe ser seguido por la emancipación de papá Estado. Tras años viviendo con las manos atadas, sin opción de hacer o incluso protestar, nos ha costado un tiempo darnos de cuenta de las cosas no tienen por qué ser de la manera que son, y nos hemos levantamos para decirlo. Pero ha llegado el momento en que debemos plantearnos si el Estado está haciendo un buen trabajo con el dinero que le damos o si, por el contrario, la sociedad debe retomar esas responsabilidades que le cedió y que no supo llevar. Mucho se ha dicho sobre lo poco que el Estado representa a la sociedad, si este es el caso, ¿por qué no dejar de intentar que el Estado nos represente y empezar a representarnos a nosotros mismos?

Somos una generación nueva, preparada. A buen seguro no conocemos todas las respuestas y cometeremos algunos errores, pero hemos llegado al punto en el que vivir bajo el ala del Estado nos hará más mal que bien.

Si ellos no saben qué hacer, tendremos que hacerlo nosotros.