viernes, 30 de septiembre de 2011

Magia, ciencia, amor y economía: micro y macrorrelaciones

Es curioso cómo a veces las cosas más dispares tienen una relación intrínseca, un mismo patrón seguido a pequeña y a gran escala. Recientemente le he dado vueltas a la idea de las macrorrelaciones (relaciones entre muchas personas) y las microrrelaciones (relaciones entre pocas personas, típicamente dos); creo que el ejemplo más claro de lo que quiero decir se puede apreciar asociando macrorrelaciones con economía y microrrelaciones con parejas, y viendo la magia y la ciencia en cada una de ellas.

Hablemos de magia y amor. Cuando una relación de pareja empieza todo es mágico, sobran las razones. Son pocas las personas capaces de responder con claridad a preguntas como “¿qué te gusta de ella?”, y cuando contestan en la mayoría de los casos se hace referencia a pequeñeces que poco o nada influirán en la futura marcha de la relación: me encanta la forma en que sonríe, me gusta la forma en que me abraza... No sabemos bien de dónde viene nuestro sentimiento, pero sabemos que nos gusta.

Algo así pasa con la economía, pues en momentos boyantes, típicamente a principios de ciclo, no solemos hacernos muchas preguntas acerca de de dónde sale el dinero, solo estamos contentos con los beneficios y los justificamos con frases vacías como "un incremento en las sinergias sociales"; el crecimiento económico siempre viene de una fuente mágica, y estamos contentos con ello.

Hablemos ahora de economía y ciencia. Pasado el boom vienen las catástrofes, las pérdidas, y estas tienen que ser justificadas al detalle. Cada número es revisado minuciosamente, y cuando la causa de la caída es encontrada y se han de proponer cambios para mejorar la situación, cada propuesta es puesta a examen. Lo hemos visto en España y Europa con los recortes sociales de los diferentes gobiernos, todo ha de ser justificado de manera lógica y científica.

Igualmente, algo así pasa cuando las relaciones se acaban. Queremos saber cuál es el problema, de dónde viene la causa de la ruptura, y queremos detalles concretos de problemas serios que potencialmente minen la base de la relación. Frases como "la manera en que me hace sentir" ya no tienen cabida, y con frecuencia entramos en discusiones porque los argumentos planteados no nos parecen suficientes... exactamente igual que hacemos ante propuestas de reajuste económico. En el amor, como en la economía, cuando recortamos queremos motivos racionales.

Una postdata: ¿Habéis visto alguna vez los restos inacabados de obras que se empezaron en momentos de economía creciente pero se quedaron a mitad cuando el mundo se vino abajo? Seguro que tenéis algo así fruto de una relación también. Yo tengo un marco de fotos digital que compré cuando salía con una chica, y donde pensábamos poner todas las fotos que nos tomáramos juntos; lo dejamos al poco y al marco nunca llegaron más fotos de las que incluimos inicialmente, se quedó simplemente como la promesa de una naturaleza muerta que nunca pasó de proyecto.

martes, 27 de septiembre de 2011

Islandia: agua caliente y vectores energéticos

Durante el periplo islandés, justo en mitad de una ducha, me vino a la cabeza una de esas inspiraciones que te vienen en el peor momento (tanto iPhone y tanto iPad y aún no puedo publicar en la ducha). El agua caliente salía con cierto olor a azufre, y me acordé de que me contaron que aquí toman el agua caliente del subsuelo, de donde viene ya caliente dada la actividad volcánica.

Y es que Islandia tiene unos recursos geotérmicos que le permite autoabastecerse en términos energéticos de manera casi total, ¿y por qué no total? Porque no siempre es capaz de proporcionar la energía en el formato o vector adecuado: un coche necesita gasolina y necesitará importar petróleo para hacerlo funcionar. Es por esto que hay múltiples países con vastas reservas energéticas pero no todos se hacen ricos con ellas, aquellos que sean capaces de producir energía en un formato fácilmente almacenable y transportable, caso del petróleo, el carbón, el uranio o el gas natural, podrán producirlo, empaqueterlo y venderlo. Sin embargo, aquellos cuyas reservas energéticas no tengan un vector tan conveniente, como son la geotérmica o la mayoría de energías renovables, tendrán un rango de utilización y comercialización mucho más restringido (uno no puede empaquetar el calor o el viento y venderlo a otros).

Eso sí, el día en que consigan inventar una forma de capturar energía geotérmica y transformarla en un vector conveniente, países como Islandia se van a forrar (el negocio de aire de montaña envasado no parece estar tirando).






domingo, 25 de septiembre de 2011

Tres días en Islandia

Tras esa gran primera impresión que fueron mis primeras tres horas en Islandia llega el momento de hacer repaso de los primeros tres días... Chicos, chicas, ¡espectacular! El primer día fue completado tras degustar la cerveza local, Viking (todo lo que tenga que ver con vikingos tiene las de ganar), y disfrutar de unos cuantos pasos en un local de salsa que encontré (sí, hay salsa en Reikiavik, aunque no son muy buenos :-P).

El segundo día consistió en una visita a la ciudad, donde pudimos apreciar algunos de las maravillas locales y lo que significa ser islandés. Destacar cosas como la iglesia luterana Hallgrímskirkja, de nombre casi tan impronunciable como aquel volcán que llenó el espacio aéreo europeo y forma de cohete, tal vez como metáfora para representar que la religión es la mejor forma de llegar al cielo. Atentos al aviso de carga en el ascensor que lleva a lo alto de la torre y a partir del cual inferimos que el islandés medio pesa 105kg.












Igualmente sorprenderte fue disfrutar de la gastronomía local, con gran variedad de ingredientes, algunos de los cuales incluso provocan remordimiento de conciencia: filete de ballena, foca rellena, frailecillo ahumado... Animales que tal vez no de deberían comer, pero que no por ello dejan de ser una auténtica delicia.

Pero la pañolada vino con el tercer día la prima sesión de aventura: ruta a caballo por campos volcánicos con vistas al Eyjafjallajökull, seguido del llamado Golden Circle: Geysir, lugar del primer géiser documentado en Europa; Gulffoss, hogar de cataratas majestuosas, y la división atlántica, lugar donde las placas tectónicas sobre las que se asientan Europa y América se encuentran.

Sobre Geysir decir que el géiser está hoy inactivo, pero hay otros dos que les hace justa suplencia, mientras que Gulffoss... En fin, juzgad vosotros mismos :-)

El pequeño géiser


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El gran géiser

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Gulffoss



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jueves, 22 de septiembre de 2011

Tres horas en Islandia

Tres horas, ese es el tiempo que ha transcurrido desde que he aterrizado en Reikiavik hasta que he publicado este artículo. Primera impresión: no es tan mortalmente frío como me lo pintaban, menos aún teniendo en cuenta que es un frío seco (mucho más soportable que el frío húmedo que te cala hasta los huesos en Valencia). Segunda impresión: es una tierra dura, nacida del fondo de la tierra y donde la vegetación a duras penas logra asentarse.







Pero dentro se esa dureza se adivina una belleza pétrea, un testigo de lo indómita que puede ser la madre tierra aún ante el humano más tenaz. A estas alturas ya he aprendido un dicho local que parece reflejar el carácter islandés: respeta a la naturaleza, pero no esperes que esta te respete a ti.

El aeropuerto resulta coqueto, casi de juguete, pero se nota que de construcción relativamente reciente. Tal vez por estas razones sea fácil de gestionar y se haya ganado el apelativo de mejor aeropuerto de Europa.







Reikiavik es una capital pequeña, de apenas 200 000 habitantes, lo que hace que uno tenga la impresión de estar siempre a las afueras de la ciudad. No hay grandes edificios, a excepción de una majestuosa iglesia cuya torre de 70m se ve desde casi cualquier punto de la ciudad (y que pienso visitar a continuación) y del nuevo centro de conciertos Harpa, que ya he podido ver de refilón desde el autobús.







En fin, basta de palabreos, ¡hay una ciudad ahí fuera esperando que la paseen!

Location:Bræðraborgarstígur,Reykjavik,Iceland

martes, 20 de septiembre de 2011

A medio gas

Antes de ser arollado por un tranvía, le preguntaban sus acólitos a Gaudí que por qué se esmeraba tanto en refinar las esculturas que estarían en lo alto de sus pináculos si, total, nadie las alcanzará a ver allá arriba. "Los ángeles las verán" respondía aquel, y asunto resuelto.

La obra de Gaudí, y muy especialmente la Sagrada Familia, se caracterizan por su particular entendimiento de ingeniería (con impresionante aplicación de la catenaria invertida) y por ese concepto artístico suyo que dio nombre a una época, pero lo más probable es que sus diseños no fueran lo que son hoy si no fuera por el amor que imponía a su trabajo. Si Gaudí hubiera sido más conservador calculando la relación coste/beneficio, más "profesional" en su pragmatismo, tal vez la Sagrada Familia sería hoy un gran templo, pero no el referente mundial en el que se convirtió aún estando inacabado.

¿Y si a Guadí le hubieran dicho que no lo adornara tanto? ¿Que no le pagaban para tanto arte? ¿Y si eso fuera precisamente eso lo que nos pasara a nosotros? Nos vemos con la capacidad de crear soluciones de mucho talento, visualizamos lo que debería existir y con nuestras manos somos capaces de materializarlo en el mundo físico, somos capaces de crear... Parafraseando a Violadores del Verso, "pienso las canciones que quiero escuchar y luego las canto". Sin embargo, con todo este potencial a mano, nos vemos abocados a un mundo en el que realmente nadie quiere calidad, sino bajo coste, donde no medra el artista, sino el pragmático, y donde darlo todo no es económicamente eficiente, sino que los márgenes de beneficios se aumentan cuando uno va a medio gas.

La verdad, después de tantos años luchando por ser el mejor, de ganarme incluso enemistades por una tenacidad que pocos entendían, de rascar cada décima en cada examen y cada fallo en cada programa, no sé si podré aprender a trabajar en pragmática mediocridad. Pero, aún más relevante, no sé si quiero aprender.


viernes, 16 de septiembre de 2011

miércoles, 14 de septiembre de 2011

Támesis, segunda parte





El camino ¿correcto?

Escuchando el otro día un podcast de freakonomics aprendí bastante sobre suicidios (The Suicide Paradox). Uno de los puntos más curiosos es que las personas de raza blanca son mucho más dadas al suicidio que las de raza negra, y según muchos investigadores esto se debe a que las personas de raza negra suelen tener más factores externos a los que achacar su desdicha que los de raza blanca.

Entonces analicé este punto con más detalle. Pensé en el típico chaval de raza blanca en un colegio bien, no necesariamente de élite, sino por encima de la media. El chaval se deja los codos estudiando porque de siempre le han dicho que de esa forma entrará en una buena universidad. Y lo consigue, y una vez en la universidad se mata a seguir estudiando en lugar de disfrutar de la vida universitaria porque le han dicho que de esa manera entrará en una buena empresa. Y lo consigue.

En la empresa no le va bien, no está contento, pero le dicen que si se esfuerza obtendrá un buen aumento. Todo es sacrifico, así que el chico se aplica y lo consigue. Mayor sueldo, mejor ropa, pero sigue sin estar contento. Poco a poco se amarga, se dice que el trabajo no le gusta, no le vale la pena... o al menos no por lo que le pagan, que si ha de pasar por tales malos tragos debería cobrar más. Así que lucha por otro ascenso y otra subida. Y los consigue.

Y el chico, que ya es hombre, sigue caminando por ese camino que otros le han dicho que es bueno. Tiene más dinero que nadie, una mujer que todo el mundo desea, una casa que todo el mundo envidia, hasta un perro que se sabe todos los trucos. Pero no es feliz. Y se pregunta por qué. Por qué, si tiene todo lo que uno pudiera desear. Por qué, si ha llegado adonde todo el mundo desearía llegar. Su vida debería ser perfecta, pues ha alcanzado todos los hitos que definen "perfecta", pero él no lo siente así. Y dado que todo es perfecto, menos él, concluye que el problema reside en su interior y decide acabar con él.

Por supuesto lo que este chico debería haber hecho es aprender a distinguir entre lo que la gente puede entender por "perfecto" y lo que él siente como "perfecto". Un problema común, creo yo, es que afirmamos desear cosas que realmente nos resultan irrelevantes pero que son fáciles de desear: uno no podrá explicar fácilmente que su objetivo sea crear código de calidad, aunque todo el mundo simpatizará si dice que quiere conducir un Ferrari. Así que caemos en lo fácil, en el deseo comprensible. Y nos vemos abocados a luchar por algo que no queremos... y a justificarnos ante nosotros mismos por qué nos sentimos tan vacíos al conseguir los objetivos impuestos.

Finalizo esta reflexión con una frase que le dijo Warren Buffett, uno de los más grandes inversores de todos los tiempos, a su hijo Peter cuando este trataba de decidir si debía seguir los pasos corporativos de su padre o dedicarse a las artes escénicas: "hijo, haz lo que ames, todo lo demás es secundario".

lunes, 12 de septiembre de 2011

El ecosistema Apple

Recientemente he tenido la oportunidad de jugar con varios modelos de tableta, a las que he prestado especial atención tras reservar mi iPad 2. La primera alternativa que me llamó la atención fue Android, quien parece ofrecer una interfaz harto similar, pero sin llegar a la misma experiencia de usuario, la misma intuición.

Otra alternativa es Windows Mobile, aunque de esta hay poco que decir: parece tratarse de un simple Windows adaptado para tabletas, con los mismos menús y barras de herramientas y un teclado que aparece en la pantalla táctil cuando hay que escribir texto.

Sin duda alguna, en esta comparación el ganador siempre es iPad, la tableta pionera y creadora del mercado. Gran parte de su éxito, heredado del iOS que se creó para iPhone, se basa en crear una interfaz de usuario no como una adaptación de lo existente, sino partiendo de cero y teniendo en cuenta las posibilidades de interacción que el nuevo hardware proporciona (no hay ratón, pero hay múltiples dedos que se pueden utilizar de varias maneras).

Pero sobre todo, lo que consigue hacer Apple de manera impecable, lo que la posiciona tan por delante de sus competidores, es la manera en que consigue relacionar todos sus dispositivos para que formen parte de un todo global, un ecosistema perfectamente conectado. Un ejemplo lo tenemos en la manera en que un nuevo dispositivo puede configurarse a partir de uno viejo: tras dos años con mi iPhone 3G me compré un iPhone 4; al principio era un tanto reacio a cambiar de móvil por la problemática de tener que reconfigurar todo, cambiar la foto de portada, etc., etc., hasta que me di cuenta de que podía configurar el nuevo iPhone 4 a partir del anterior... de esta manera es como si nunca hubiera cambiado de móvil, simplemente mejoré el hardware del que tenía. Y me consta que lo mismo puede hacerse con ordenadores.

Pero no es solo una cuestión de hardware, la interconexión va más allá y, mientras que la competencia trata de adaptar el software del PC al smartphone y la tableta, Apple no solo lo crea de cero sino que incluso hace la operación contraria: adapta el software del PC según lo aprendido en el smartphone. Tradicionalmente, cuando uno estaba en el navegador, podía desplazar la página arriba y abajo con la barra de desplazamiento lateral. Muy pronto Apple aprendió a hacer un ratón multicontacto que detectara si uno estaba utilizando un dedo o dos, y al utilizar dos dedos creaba el efecto de agarrar la barra de desplazamiento y moverla arriba para ver la parte superior de la página y abajo para ver la inferior.

Con iPhone esto cambió, ya que lo que uno agarra ya no es la barra de desplazamiento sino la página en sí, y por tanto al desplazar con el dedo hacia arriba lo que hacemos es movernos hacia la parte inferior de la página, y viceversa. Tras el éxito de esta funcionalidad Apple se dijo, ¿por qué mantener dos criterios separados? Y en su última versión de OS X, Lion, decidieron adoptar la metodología iPhone y aplicarla al primo grande (junto con otras muchas cosas, detalles aquí).

Es posible que Apple esté en camino de unificar OS X y iOS en una única plataforma o, al menos, en un único estilo de interfaz, similar a la idea que Microsoft parece perseguir con su Windows 8, pero, al menos hoy por hoy, Apple sigue siendo el rey de los ecosistemas tecnológicos.

No puedo esperar a instalarme iOS 5 para ver lo que hacen con iCloud.

lunes, 5 de septiembre de 2011

Para los que siempre hemos querido conducir un autobús

¡Bus Simulator!




Pídetelo estas Navidades.

Location:Pilgrim St,City of London,United Kingdom

Solo en América

Con el verano ya pasado (al menos en estas latitudes) llega el momento de rememorar aquello que tanto disfrutamos durante esos breves momentos durante los cuales el mundo es un lugar tan maravilloso. Y, en mi caso, ese lugar tan maravilloso se ha localizado geográficamente en la costa Este de EE UU. Quiero hablar de mi viaje por tierras del tío Sam, pero quiero evitar los típicos comentarios sobre los monumentos que todos hemos visto en la tele y más bien centrarnos en aspectos que, si bien son harto agradables de vivir, no suelen tener un hueco en las guías turísticas. Habrá varios artículos, no sé cuántos, pero estad al tanto :-)

Mi vuelo me llevó desde Londres a Boston, donde pasé el primer día de compras en un Outlet de marcas con descuento donde además estaban de rebajas. Unido al cambio GBP/USD y al hecho de que en el estado de Massachusetts no se pagan impuestos por ropa, me pude llevar cosas como corbatas de seda de Calvin Klein por tan solo 25 libras, ¡olé! Al día siguiente embarqué en un vuelo camino a Washington DC y el mismísimo trayecto ya fue toda una experiencia, empezando por los donuts Capitán América que tomamos para desayunar en el aeropuerto...


y siguiendo por el potencial almuerzo que nos podríamos haber cascado en Burritos Sin Fronteras


En el avión nos dieron una lección magistral de exclusivismo. La aerolínea con la que volábamos era JetBlue, una de las más populares en EE UU y que, para hacer honor a su nombre, sirve como aperitivo unas patatas fritas azules... Sí, papas azules, de eso hablamos, y nada de tintes raros, sino patatas azules por naturaleza:


Y, al llegar a Washington, me topé con la respuesta a tantas preguntas que me he hecho al ver series americanas: ¿os habéis fijado que tantas veces el que va a recoger a alguien al aeropuerto accede hasta la cinta transportamaletas para ayudarle con el equipaje? ¿Os habéis fijado cuán frecuentemente la gente se mete en la sección de maletas sin más, sin ser pasajero ni nada? Pues bien, esto es porque en EE UU la cinta transportamaletas desemboca después del control de llegada para los vuelos nacionales, lo que significa que en están en el área no controlada del aeropuerto... así que sí, ¡cualquiera puede llegar y ponerse a coger moletas como si tal cosa! Qué gran descubrimiento que es este país...

¡Más por llegar!