miércoles, 14 de septiembre de 2011

El camino ¿correcto?

Escuchando el otro día un podcast de freakonomics aprendí bastante sobre suicidios (The Suicide Paradox). Uno de los puntos más curiosos es que las personas de raza blanca son mucho más dadas al suicidio que las de raza negra, y según muchos investigadores esto se debe a que las personas de raza negra suelen tener más factores externos a los que achacar su desdicha que los de raza blanca.

Entonces analicé este punto con más detalle. Pensé en el típico chaval de raza blanca en un colegio bien, no necesariamente de élite, sino por encima de la media. El chaval se deja los codos estudiando porque de siempre le han dicho que de esa forma entrará en una buena universidad. Y lo consigue, y una vez en la universidad se mata a seguir estudiando en lugar de disfrutar de la vida universitaria porque le han dicho que de esa manera entrará en una buena empresa. Y lo consigue.

En la empresa no le va bien, no está contento, pero le dicen que si se esfuerza obtendrá un buen aumento. Todo es sacrifico, así que el chico se aplica y lo consigue. Mayor sueldo, mejor ropa, pero sigue sin estar contento. Poco a poco se amarga, se dice que el trabajo no le gusta, no le vale la pena... o al menos no por lo que le pagan, que si ha de pasar por tales malos tragos debería cobrar más. Así que lucha por otro ascenso y otra subida. Y los consigue.

Y el chico, que ya es hombre, sigue caminando por ese camino que otros le han dicho que es bueno. Tiene más dinero que nadie, una mujer que todo el mundo desea, una casa que todo el mundo envidia, hasta un perro que se sabe todos los trucos. Pero no es feliz. Y se pregunta por qué. Por qué, si tiene todo lo que uno pudiera desear. Por qué, si ha llegado adonde todo el mundo desearía llegar. Su vida debería ser perfecta, pues ha alcanzado todos los hitos que definen "perfecta", pero él no lo siente así. Y dado que todo es perfecto, menos él, concluye que el problema reside en su interior y decide acabar con él.

Por supuesto lo que este chico debería haber hecho es aprender a distinguir entre lo que la gente puede entender por "perfecto" y lo que él siente como "perfecto". Un problema común, creo yo, es que afirmamos desear cosas que realmente nos resultan irrelevantes pero que son fáciles de desear: uno no podrá explicar fácilmente que su objetivo sea crear código de calidad, aunque todo el mundo simpatizará si dice que quiere conducir un Ferrari. Así que caemos en lo fácil, en el deseo comprensible. Y nos vemos abocados a luchar por algo que no queremos... y a justificarnos ante nosotros mismos por qué nos sentimos tan vacíos al conseguir los objetivos impuestos.

Finalizo esta reflexión con una frase que le dijo Warren Buffett, uno de los más grandes inversores de todos los tiempos, a su hijo Peter cuando este trataba de decidir si debía seguir los pasos corporativos de su padre o dedicarse a las artes escénicas: "hijo, haz lo que ames, todo lo demás es secundario".

2 comentarios:

  1. En general nos educan para querer cosas que en realidad no queremos y nos sentimos culpables si no las disfrutamos..

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  2. Cierto, lo cual me hace pensar en algo que publiqué hace ya casi dos años... parece que hay cosas que no cambian.

    Crónica de una teoría imperfecta

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