martes, 7 de octubre de 2008

Flores de Mayo

Flores, y no Sangre, es lo que José Luis Garci debería haber incluido en el título de su última película. Uno no sabría decir si Garci es un genio o un tontolaba, ya que hacer una película titulada "Sangre de Mayo" que supuestamente conmemora el levantamiento ante los franceses de 1808 pero en la que prácticamente no hay sangre, ni la acción se desarrolla en mayo, ni el argumento central es el citado levantamiento... pues chico, da que pensar. La trágica rebelión popular es, más que el núcleo de la película, un pobre escenario (pobre en forma y pobre en contenido) donde desarrollar la inicialmente bonita historia de amor de una joven pareja que finalmente acaba en muerte para ambos; quiero suponer que Garci no aspiraba realmente a retratar tan aciaga jornada, sino simplemente a dejar su legado en esa lista de amantes a quienes ni siquiera la muerte pudo separar, como son Romeo y Julieta, los amantes de Teruel, Calisto y Melibea y, ahora, Gabriel e Inés. Me pregunto qué se debe sentir al fumarse de esta manera 15 millones de euros (porque si algo sabe hacer este hombre, es fumar).

La película es errónea desde el principio, donde una introducción narrada y excesivamente larga ya indica que las dos horas y media siguientes van a ser más un documental sobre el costumbrismo madrileño de principios del siglo XIX que otra cosa. Los diálogos son lentos, petulantes y propios de los principios de TVE, cuando se grababan obras de teatro en blanco y negro... ¡pero si hasta sale Carlos Larrañaga! Y si el enfoque es un error, más lo son la dirección (he visto cadáveres parpadeando) y la documentación (señor mío, los franceses cargaban sus cañones no con balas macizas, sino con sacos de metralla, que es lo que se utiliza cuando el objetivo es una masa de gente y no sus tristes casuchas).

En cuanto al rigor histórico, bueno, qué decir de él... La lucha encarnizada se reduce a 30 ciudadanos contra unos 15 mamelucos y otros tantos soldados de infantería; a Luis Daoíz apenas se le nombra de pasada, a Pedro Velarde ni eso. Y el Parque de Monteleón es mentado exactamente dos veces sin incidir en la importancia que tuvo en la jornada. Para aquellos que carezcan de un mínimo de cultura, afición cada vez menos practicada en este país, comentar que Luis Daoíz y Pedro Velarde dirigieron en el Parque de Monteleón el único alzamiento de carácter militar contra el ejército napoleónico (en contra del ministro de la guerra español y de la cúpula de gobierno); no en vano, a los leones que dan la bienvenida al Congreso de Diputados se les apoda precisamente Daoíz y Velarde.

Y Goya, ¿qué pasa con Goya? ¿Cómo se puede hablar del 2 de mayo sin contar con Goya? Eso me he estado preguntando durante toda la película, hasta que hacia el final de la misma aparece un señor de espaldas garabateando en un papel durante unos 6 ó 7 segundos. La mente avispada habrá hecho la asociación.

Pero lo peor de todo estaba por venir. Cuando ya pensaba yo que el españolismo casposo había alcanzado su límite descubro que Garci nos tenía una reservada, un as en la manga, un tercer bis inesperado cuando ya el público está saboteando los altavoces porque no quiere oír nada más. El gran maestro se desmarca con imágenes del Madrid actual, pero no solo con imágenes de edificios históricos que algo tuvieran que ver con lo que en la película se contaba, no, Garci es capaz de ir más allá y de deleitarnos con el anuncio de Tío Pepe, el metro, la T4 y hasta el Santiago Bernabéu. Claro que sí Garci, con dos cojones.

¡Y Raúl selección!

P.D.: Si alguien está interesado en una auténtica obra artística centrada en el 2 de mayo y correctamente documentada recomiendo encarecidamente el libro "Un día de cólera" de Arturo Pérez-Reverte.

P.P.D.: Por si 15 millones de euros en semejante patada a la memoria de un país no fueran suficientes, Garci opina que habría necesitado al menos otros 6 más.

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